El legado arquitectónico de Fernández Font en un libro
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El legado arquitectónico de Fernández Font en un libro
El tomo 23 de "Monografías de arquitectos del siglo XX", coeditado por el ITESO, revisa la trayectoria de Leopoldo Fernández Font.
Adriana López-Acosta
Para el historiador José María Murià existen dos grupos de arquitectos. Por un lado, dijo, están aquellos cuyas edificaciones tienen la sola misión de provocar, escandalizar, maravillar o indignar. El segundo grupo, más reducido, está conformado por arquitectos conscientes.
"Son arquitectos equilibrados, respetuosos del entorno, de las necesidades de quien manda construir y de las necesidades de quienes viven en sociedad; de aquellos que habitan y respiran ese lugar", explicó.
Para Murià y los invitados a la presentación del volumen, que forma parte de la colección Monografías de arquitectos del siglo XX, el arquitecto Leopoldo Fernández Font pertenece a este último grupo.
La publicación está dedicada al arquitecto mexicano de ascendencia catalana, y fue escrita por Vicente Pérez Carabias. Se presentó el miércoles 26 de marzo en la Cámara de Comercio de Guadalajara, ante interesados en la arquitectura, alumnos, familiares y amigos.
La edición se llevó a cabo por el ITESO, la Secretaría de Cultura de Jalisco (SC), la Universidad de Guadalajara y el Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco.
Durante la presentación el autor del libro, Murià, el propio Fernández Font y su hijo Francisco Fernández Pérez Rulfo contaron anécdotas de la realización de este documento y la trayectoria del homenajeado, moderados por Julio César Herrera Osuna, director de Patrimonio Artístico e Histórico de la SC.
Un arquitecto incansable y respetuoso
Fernández Pérez Rulfo compartió el recuerdo de su padre trabajando hasta altas horas de la madrugada para el diseño del Templo de la Luz del Mundo, una de sus edificaciones más notables. En 1982 ganó el concurso para construirlo, en el cual compitió con Alejandro Zohn, Félix Aceves y Javier Gómez Corona. "Es una memoria casi novelada de horas en el estudio a raciones de café, rodeado de libros abiertos, rayones, planos en el suelo y música", contó.
Murià mencionó que este templo, al cual consideró uno de los emblemas más representativos del continente, es genial porque tiene soluciones como el uso de la luz natural y la capacidad de albergar a 12 mil personas sentadas, además de respetar los símbolos y tradiciones de esa religión.
El autor, Vicente Pérez Carabias, lamentó que varios de sus otros edificios hayan sido modificados o derrumbados por la plusvalía de sus terrenos. "La arquitectura como arte se ha vuelto el arte más efímero que hay", declaró, cuestionando el hecho de que, mientras en otras disciplinas como la pintura y la escultura no se interviene más allá de la restauración, en la arquitectura no se tiene el mismo respeto.
Fernández Font se dijo agradecido por el reconocimiento a su trayectoria, pero al repasar junto con el autor sus archivos y registros fotográficos, no se sintió asombrado porque los mira como parte natural de su proceso de vida: un trabajo dedicado y con el fin de cumplir la función que escogió para su vida.
"Mi esposa dice que los arquitectos, en el buen sentido de la palabra, son madres frustradas que quisieran haber tenido hijos, y su sus hijos son todos los edificios que construyen", comentó.
El libro se puede adquirir a través del sitio web de la Oficina de Publicaciones del ITESO: www.publicaciones.iteso.mx.
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